martes, 2 de octubre de 2007

Artículo de Rebelión: ¿Adoctrinar a la ciudadanía?, de Javier Alcolea Rodríguez


Se trata de un interesante artículo, aunque desigual, dado que consta de dos partes bien diferenciadas: la primera de crítica a la EpC desde una postura marxista, y la segunda a la iglesia católica, y más en concreto a su participación en la educación. Voy a centrarme solo en el primer aspecto. El autor considera que los valores democráticos no son propios de la Unión Europea, dado que esta fomenta las desigualdades, y que una mera exposición de tales valores elimina la posibilidad de una reflexión crítica y de una potencial transformación social.


Un meritorio fragmento:


"[...] entendemos que no corresponde al Estado inculcar valores a sus ciudadanos, lo cual equivaldría a adoctrinar, sino, a través de la enseñanza pública, instruirlos, es decir, dotarlos de conocimientos sustantivos. Sólo a través de los contenidos del conocimiento puede surgir el espíritu crítico; dotar a un alumno de dichos conocimientos objetivos es facilitarle herramientas críticas con el presente; sólo a través de la instrucción se generarán ciudadanos autónomos y críticos. Toda educación en valores es, pues, necesariamente adoctrinadora, dado que no sirve para reflexionar acerca de tales o cuales valores, sino simplemente para inculcarlos."


Quisiera solo indicar en qué sentido me parece defendible la EpC, utilizando la misma concreción de este autor:


  1. La EpC no puede consistir en educar en valores, dado que tales cosas no existen en algún (o ningún) sentido ontológico.

  2. La EpC si pretende ser crítica, reflexiva, sistemática y radical, consiste en, -es decir, es en sí misma-, Filosofía. Nótese que esto no es trivial, porque hasta ahora solo había en el sistema educativo una primera aproximación a esta materia en 4ºde ESO. Con la reforma se podría introducir desde antes, lo cual no es en sí un despropósito, y por no citar a Ernst Tugendhat, mencionaré los proyectos de Filosofía para Niños, con representación en España (por ejempl0 aquí: http://www.fpncomval.org/). La extensión de la Filosofía a otros niveles, constituye un intento aún no extendido, pero real.

  3. Si la UE pretende ser algo más allá de lo que J. Alcolea Rodríguez describe, y con lo que estoy de acuerdo, solo puede recurrir a los "principios" propios de la Ilustración. Conseguir tal cosa no depende en modo alguno de una clase política intrínseca y necesariamente corrupta, sino de iniciativas ciudadanas que asuman con resposabilidad y sentido su labor crítica (como sucedió con los movimientos contra la Constitución Europea en Francia). En ese sentido creo que la EpC tiene sentido.

  4. Por último, la distinción entre instrucción y educación, entre lo público y lo privado me parece un despropósito. No veo tal oposición entre instrucción y educación, pese a que obviamente en el sistema educativo debe primar lo primero para alcanzar lo segundo. Reivindicar la Instrucción está muy bien, como hace Rodríguez Adrados en sus ártículos sobre educación, acaso recordando otras épocas en las que había ministerios con otros simpáticos nombres. De todos modos, parece que la paternidad ya otorga en sí una metacondición para la enseñanza, como si el intercambio de fluidos proporcionase una extraña cualificación pedagógica. (Y vale recordar lo que el Estado pide a las parejas que desean adoptar: que tengan capacidad para educar, lo que contradice de facto la división antedicha). No puedo terminar sin proponer a los estudiantes de pedagogía, magisterio, psicología o psicopedagogía la práctica de tal método de aprendizaje, o tal vez no sea del todo necesario, ¿verdad?

El línk del artículo: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=57077

1 comentario:

Anónimo dijo...

No cabe más que decir lo evidente de la reflexión planteada en torno el abrumador tema de una materia como es la "futura" EpC, con más detractores (o voces más fuertes) que no promotores de la misma. Incluso parece intuirse un miedo a defender la postura de aceptación de la EpC en nuestras aulas.
Seamos valientes y sobre todo no nos dejemos llevar por la "masa".