Crítica de "Educación para la Ciudadanía, algo más que una asignatura".
Como la orfebrería, los libros se construyen por los pequeños detalles que dan sentido a la totalidad. El libro de Antonio Bolívar se adentra en un terreno de actualidad, polémico y confuso para mucho; pero de gran interés teórico desde multitud de facetas distintas. La Educación para la ciudadanía (EpC), de la que ya algunos han declarado su muerte, se proyecta en la obra de Bolívar desde un “republicanismo cívico”, y con vocación de ofrecer una alternativa a la despolitización generalizada en que vive la mayoría de la población (2007: 18). Sin embargo, creo que el enfoque de Bolívar adolece en su misma raíz de una carencia que lastra su discurso a lo largo de toda la obra. No por nada aparece mencionado Rawls (2007: 52), por cuya influencia tal vez se pueda apreciar un cierto velo de ignorancia a lo largo del libro, como trataré de exponer más adelante. Es de destacar, a pesar de todo, el intento serio de fundamentar la materia de EpC, lejos de las crispación propia de la política y, también (desgraciadamente), del pensamiento en España. Por contra, se trata de un trabajo solvente bien estructurado cuyo soporte es, además la experiencia de aplicación de un proyecto denominado Atlántida, cuya descripción, sin embargo, no se llega sino a adivinar a lo largo del texto. Comienza con un primer capítulo en el que se nos describe la situación de la ciudadanía en el marco contemporáneo. Trata sobre el proceso de socialización en el que se hayan los niños y adolescentes, y en el cual la escuela ya no ocupa un papel nodular, a diferencia de antaño. El planteamiento es acertado y es de celebrar que parta de un contexto factual que busca abarcar la complejidad de nuestra sociedad. Así, los enfoques sobre el neoliberalismo y la multiculturalidad, son pertinentes, en la medida en que suponen los dos grandes retos que se han de afrontar desde los sistemas educativos (aparte del reto de una política incompetente y sectaria, pero ese es otro tema).
La educación está cayendo en una tendencia que privilegia los programas de calidad, que no hace sino mermar la construcción crítica de la enseñanza. El planteamiento economicista triunfa como modelo de racionalización instrumental, que se está implantando en las propias escuelas. Como si de un marco-tipo se tratara, constituye un paradigma que se autolegitima como definitivo en la medida en que pretende poseer una validez universal, para todo tiempo y para todo lugar. Las consecuencias de este enfoque, señala Bolívar, son una concepción clientelar e intrumental de la educación. El lenguaje económico absorve el propio discurso de los profesionales de la misma, con lo que la realidad se cierra en una concepción que privilegia la utilidad y la optimización (ese dios moderno) por encima de cualquier otro criterio. ¿Quién se atrevería a negar la necesidad de que el dinero que se emplea en educación no se maximice en la medida de lo posible, o que se busque una eficacia en las inversiones públicas? En este sentido superficial es donde reside parte de la fuerza persuasiva de esta perspectiva.
Sin embargo, profundizando en sus consecuencias, encontramos que la educación puede llegar a quedar disuelta en la propia reproducción de los procedimientos y metodologías propias de la esfera industrial, y arrebata cualquier sentido emancipatorio de su propia lógica por ser superfluo para la misma. (2007: 74)
Como la orfebrería, los libros se construyen por los pequeños detalles que dan sentido a la totalidad. El libro de Antonio Bolívar se adentra en un terreno de actualidad, polémico y confuso para mucho; pero de gran interés teórico desde multitud de facetas distintas. La Educación para la ciudadanía (EpC), de la que ya algunos han declarado su muerte, se proyecta en la obra de Bolívar desde un “republicanismo cívico”, y con vocación de ofrecer una alternativa a la despolitización generalizada en que vive la mayoría de la población (2007: 18). Sin embargo, creo que el enfoque de Bolívar adolece en su misma raíz de una carencia que lastra su discurso a lo largo de toda la obra. No por nada aparece mencionado Rawls (2007: 52), por cuya influencia tal vez se pueda apreciar un cierto velo de ignorancia a lo largo del libro, como trataré de exponer más adelante. Es de destacar, a pesar de todo, el intento serio de fundamentar la materia de EpC, lejos de las crispación propia de la política y, también (desgraciadamente), del pensamiento en España. Por contra, se trata de un trabajo solvente bien estructurado cuyo soporte es, además la experiencia de aplicación de un proyecto denominado Atlántida, cuya descripción, sin embargo, no se llega sino a adivinar a lo largo del texto. Comienza con un primer capítulo en el que se nos describe la situación de la ciudadanía en el marco contemporáneo. Trata sobre el proceso de socialización en el que se hayan los niños y adolescentes, y en el cual la escuela ya no ocupa un papel nodular, a diferencia de antaño. El planteamiento es acertado y es de celebrar que parta de un contexto factual que busca abarcar la complejidad de nuestra sociedad. Así, los enfoques sobre el neoliberalismo y la multiculturalidad, son pertinentes, en la medida en que suponen los dos grandes retos que se han de afrontar desde los sistemas educativos (aparte del reto de una política incompetente y sectaria, pero ese es otro tema).
La educación está cayendo en una tendencia que privilegia los programas de calidad, que no hace sino mermar la construcción crítica de la enseñanza. El planteamiento economicista triunfa como modelo de racionalización instrumental, que se está implantando en las propias escuelas. Como si de un marco-tipo se tratara, constituye un paradigma que se autolegitima como definitivo en la medida en que pretende poseer una validez universal, para todo tiempo y para todo lugar. Las consecuencias de este enfoque, señala Bolívar, son una concepción clientelar e intrumental de la educación. El lenguaje económico absorve el propio discurso de los profesionales de la misma, con lo que la realidad se cierra en una concepción que privilegia la utilidad y la optimización (ese dios moderno) por encima de cualquier otro criterio. ¿Quién se atrevería a negar la necesidad de que el dinero que se emplea en educación no se maximice en la medida de lo posible, o que se busque una eficacia en las inversiones públicas? En este sentido superficial es donde reside parte de la fuerza persuasiva de esta perspectiva.
Sin embargo, profundizando en sus consecuencias, encontramos que la educación puede llegar a quedar disuelta en la propia reproducción de los procedimientos y metodologías propias de la esfera industrial, y arrebata cualquier sentido emancipatorio de su propia lógica por ser superfluo para la misma. (2007: 74)
Cabe destacar que el propio discurso del autor no está exento del lenguaje economicista, aceptado de forma acrítica tal vez porque está tan asentado en nuestra sociedad que acaso sea ya propio de nuestro sentido común. Expresiones tales como: «capital cultural mínimo y activo competencial necesario» (2007: 11) revelan una ambigua posición respecto a este punto [ampliar]
La cuestión de la multiculturalidad es uno de los grandes temas que recorren la actualidad, y a diferencia del otro apartado, a éste le dedica un interesante capítulo que trataremos posteriormente.
La desestructuración familiar y el individualismo, como tendencias sociales propias de la postindustrialización son reconocidas como una realidad, pero pese a ello, el autor se dirige desde el punto de vista práctico, a la rectificación de ambos aspectos mediante la materia de EpC. Llama la atención que se reconozca una realidad como es el neoliberalismo, y sus consecuencias, y que todos los esfuerzos se dirijan contra ellas, pero el libro carezca de una reflexión profunda sobre aquélla. Tal vez porque el autor, siga una cierta tendencia de pensamiento flácido cuando comenta:
«Nuestro problema, no solo práctico, sino teórico, es que ya no valen las respuestas (incluso progresistas) del pasado. Las grandes narrativas que daban identidad al proyecto educativo de la modernidad y las bases ideológicas que lo sustentaban han sufrido un claro debilitamiento.»
Ello revela hasta qué punto el neoliberalismo se ha instaurado como gran narrativa, puesto que los mismo intelectuales se muestran incapaces de percibirla como tal, porque viven inmersos en ella.
1 comentario:
La perspectiva de análisis nos parece parcial respecto a la complejidad de la cuestión.
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